sábado, 16 de octubre de 2010

Tentáculos para siempre...

Más allá de nuestros nombres, más allá de nuestra carne, más allá de nuestro dinero las frecuencias vibran ajenas a todos nosotros y fabrican nuestra conciencia. La cuerda es la potencialidad de la onda. El quark es la potencialidad de la materia. Los átomos son la potencialidad de los ingredientes. De la nada se crea el Todo. Y de esa estúpida creación surge el hombre con su cerebro de simio y sus extremidades de mono...


Pero no todo tiene aspecto de primate. La Humanidad es un pulpo. Más allá de los nombres y más allá de la carne crecen los tentáculos de muchas formas y tamaños, extendiéndose por nuestro cerebro como petróleo por la bañera: la envidia, el ego, los celos, el éxito, la mentira... Reptan en nuestra conciencia para alcanzar la adicción indulgente: el Orfidal, extraño en el Universo y a sus frecuencias. Y mientras tanto, el pulpo susurra en nuestras cabezas:

¿Porqué amputar un tentáculo si puedes sedarlo?
¿Porqué aniquilar un tentáculo si te lo han dado tus padres?

Cómete al pulpo.

6 comentarios:

  1. ¿Debería preocuparme entonces de que me hayan salido tentáculos en las uñas?

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  2. Pues a la humanidad le falta pimentón, oiga

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  3. Yo es que me declaro auténtica fan de los pulpos...me los como pero no sin cierta pena. Soy muy sentimentaloide yo bajo esta carcasa de mala perra orgullosa de serlo.

    Ah, pulpos...

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  4. Brutal. Me encanta el texto, y el pulpo.
    Un saludo!

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