jueves, 28 de enero de 2010

La frontera...

No debo olvidar que debemos situarnos. Nos encontramos a finales del siglo XIX en California y la noche parece tranquila en los límites que rozan lo civilizado de lo incivilizado. Las estrellas brillan en tonos enfermizos y yo me parto de risa. Es la fiebre del viejo Oeste que deja sordos y afónicos a los muertos. Aquí todo se rige por un código de contrastes donde la cortesía y la violencia llevan pistolas. Un joven asesino se encuentra ahora mismo en la frontera que separa al Este moral del salvaje Oeste. Es Henry Starr. Hoy es 13 de diciembre de 1892 y ha matado a un hombre. Siente presión en su órgano sexual mientras gime unos pensamientos:


"Por supuesto que me interesa el dinero y la posibilidad de conseguir un botín que me haga rico, pero tengo que admitir también que está el atractivo de la vida libre, las cabalgadas nocturnas, el sabor del peligro, el dominio sobre los demás, el orgullo de ser capaz de mantener un grupo a raya... todo esto me emociona. Me encanta. Es aventura de la buena. Me imagino que me siento como los viejos piratas cuando recorren el mar con la bandera negra en el mástil."

Henry es un forajido. Un romántico "comedor de hombres". Y es en esta noche cuando una aburrida e impaciente mujer de frontera vigila sus movimientos a través de la ventana de su rancho. Es Margareth y su granja al mismo tiempo es su cárcel. En su soledad desinchada le desea con fervor porqué a ella le gustan los chicos malos con atractivas vidas peligrosas. Imagina que un asesino le proporcionará una vida más interesante que la de los honrados...

Él tiene pistolas. Ella tiene una cuerda y sabe hacer lazos muy bien. Es en esta noche llena de estrellas cuando dos almas se encuentran en la frontera del viejo Oeste y Henry se folla a Margareth. A ella le gustan los proscritos pero su doble moral desea moldear a Henry, sustituir su esencia por sus caprichos y arrancarle su naturaleza de cuajo. Y cuando le cambie, ella se aburrirá y buscará a otro pistolero más infame. Pero para entonces ya será demasiado tarde: Henry ya no será Henry, habrá sido domesticado...

Pero Henry es un mito y sabe que sus relaciones no pueden perdurar porqué él entero es leyenda. Y eso a Margareth le pone todavía más cachonda...

Él tiene pistolas y ella tiene un lazo.
Henry elige las pistolas no le gusta que lo aten.
Muere en 1921 de un balazo cuando intentaba robar
un banco en Arkansas mientras buscaba la Libertad.

5 comentarios:

  1. Hola,¿Como anda todo? espero bien y por lo que veo en tu sitio,como siempre todo muy interesante me gusto mucho lo que publicas,me sienta bien pasar por aqui,sigo pasando y ya que voy de paso,invitarte a mi blog a peregrinar un poco con algo nuevo,mucha luz y hasta pronto...

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  2. Las cuerdas atan... ¿y las locas?

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  3. El Sr. Starr escogió su camino.

    Lo de los "comedores de hombres" me ha recordado a los Hitokiri o "cortadores de hombres", como a veces se definía a los samurai en el Japón feudal.

    Saludos,

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  4. me he puesto cachondo asta yo! como la Margareth!
    me encanta el cuento mariconazo!

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  5. Es ley de vida, si te atan te matan, tanto por tanto muere matando, o mejor muere fornicando.

    Un saludo.

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